Friday, December 31, 2004

Saludo blogger

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

Italo Calvino,
Las ciudades invisibles.

Thursday, December 30, 2004

Diálogo friki

Él: ¿Vos qué hacés cuando querés comer?
Ella: Llamo al mozo.

la nada sin ojos

Nadie nos llama. Se dobla la vida para atrás y a falta de escalas que escalar, la cabeza, lejos de estar en las nubes como parecería, se zambulle y se ahoga en el origen. No hay aire sin espacio (¡la masa, la masa del aire!), y si nadie nos llama, no iremos.
Nadie nos mira. La mirada del otro se fija solamente en una mancha blanca en el retrato de un pulmón. Es por donde vendrá la muerte, se me dice, sin mirarme. Vendrá la muerte y no tendrá los ojos de nadie. Vendrá la nada sin ojos que sostengan, en la retina, la imagen del punto blanco en el retrato del pulmón.
Pago por que miren: cae el cuerpo, desde su propia altura cae. Sin cuna en los brazos, sin nido en el árbol, cae. En la baldosa pública muere sin ser mirado. Hizo un ruido levísimo que nadie oyó. Deja en la nada una ausencia que nadie notará. Cae el cuerpo y deja, grabada en la nada, su ausencia como la de un fósil.

Wednesday, December 29, 2004

Goodbye, hello, Susan Sontag

Neoyorquina de nacimiento desde el 28 de enero de 1933, intelectual comprometida, indagadora curiosa del "modo en que vivimos hoy", sujeto de una mirada sobre la mirada misma ("La manera de mirar moderna es ver fragmentos" dice en su cuarta Nota sobre la Fotografía), la Dama del Mechón Blanco, autora cuya obra crítica y literaria mantiene su vigencia más allá de las de muchos de sus contemporáneos, ha muerto y vive en Internet. Donde un rápido "googleado" póstumo revela perlas. No sólo hay listas de su bibliografía en inglés y en castellano sino también textos completos: entre otros, están el de su ensayo La estética del silencio (en inglés) y sus famosas Notas sobre el Camp de 1964. Aproveché una tarde libre para seleccionar, traducir y postear algunas.

Con ustedes: Susan Sontag.


1. Como introducción general: el Camp es un cierto modo de esteticismo. Es un modo de ver el mundo como fenómeno estético. Esa manera, la manera del Camp, no se da en términos de belleza, sino de grado de artificio, de estilización.

3. No sólo hay una visión Camp, una manera Camp de mirar las cosas. El Camp es una cualidad que se puede descubrir en los objetos y en el comportamiento de las personas. Hay películas, ropa, muebles, canciones populares, novelas, personas, edificios... que son "campy". Esta distinción es importante. Es cierto que la mirada Camp puede transformar la experiencia. Pero no todo puede ser visto como Camp. No está todo en el ojo del espectador.

8. El Camp es una visión del mundo en términos de estilo -pero de una clase particular de estilo. Es el amor por lo exagerado, por lo "off", por las cosas-que-son-lo-que-no-son. El mejor ejemplo es el Art Noveau, el estilo Camp más típico y más plenamente desarrollado. Los objetos Art Noveau, típicamente, convierten una cosa en otra: las lámparas en forma de plantas florecidas, el salón que en realidad es una gruta. Un ejemplo destacable: las entradas al Métro de París diseñadas por Hector Guimard a fines de la década de 1890 en forma de tallos de orquídea de hierro de fundición.

10. El Camp lo ve todo entre comillas. No es una lámpara, sino una "lámpara"; no una mujer, sino una "mujer". Percibir el Camp en los objetos y las personas es entender al Ser-como-Representación-de-un-Papel. Es la extensión más amplia, en la sensibilidad, de la metáfora de la vida como teatro.

18. Es preciso distinguir entre el Camp naïf (ingenuo) y el Camp deliberado. El Camp puro siempre es ingenuo. El Camp que se sabe Camp ("camping") suele ser menos grato.

25. La marca del Camp es su espíritu de extravagancia. Camp es una mujer que lleva puesto un vestido hecho de tres millones de plumas. Camp son las pinturas de Carlo Crivelli, con sus joyas de verdad y sus insectos trompe-l'oeil y sus rajaduras en el revoque de los muros. Camp es el esteticismo escandaloso de los seis filmes americanos de Steimberg con la Dietrich, los seis, pero especialmente el último, The Devil as a Woman... En el Camp hay a menudo algo desmesurado en la cualidad de la ambición, no sólo en el estilo de la obra. Los hermosos y a la vez espeluznantes edificios de Gaudí en Barcelona son Camp no sólo por su estilo sino porque revelan -de modo más notable en la Catedral de la Sagrada Familia- la ambición por parte de un hombre de hacer algo para cuyo logro se requiere toda una generación, toda una cultura.

26. El Camp es arte que se propone a sí mismo como serio, pero que no puede ser tomado en serio porque es "demasiado". Titus Andronicus y Extraño Interludio son casi Camp, o podrían representarse como Camp. La retórica y los modales públicos de de Gaulle, a menudo, son puro Camp.

49. Es una hazaña, por supuesto. Una hazaña estimulada, en el último análisis, por la amenaza del aburrimiento. No debe subestimarse la relación entre el aburrimiento y el gusto Camp. El gusto Camp, por su naturaleza misma, sólo es posible en sociedades ricas, en sociedades o círculos capaces de experimentar la psicopatología de la riqueza.

...

Para seguir conociendo el pensamiento de Susan Sontag, aquí está la dirección web de sus imprescindibles "Notas sobre la fotografía", en versión al castellano. (No sé por qué, el link no funciona. Hay que copiar y pegar la dirección en la barra del explorador. Vale la pena el esfuerzo...)

http://www.elmalpensante.com/48_sontag.asp

Tuesday, December 28, 2004

¡Me casé con Edward Norton!

(No, no creo que nadie vaya a creérselo).

¡Que la inocencia te valga!

La jodita de Tinelli, un poroto.
Hoy (¡y es cierto!) el diario El Mundo trae una página con abundantes enlaces a noticias falsas, publicadas como bromas del día de los Inocentes. En general, son prudentemente inverosímiles: por ejemplo, Wolkswagen "multa" a sus socios por no jugar al golf (?). Los españoles tienen tiempo, y ganas, de divertirse barato. Hasta acuñaron (siglos ha) un nombre para esta costumbre: "inocentada".

Los ingleses tienen algo parecido, April Fool's Day: es el 1 de abril (y ninguno de los chistes que se me ocurren en relación con esto, en especial con ciertas cosas que pasaron al día siguiente, allá por 1982, tiene absolutamente nada de gracioso).

Los argentinos somos más amargos y menos eufemísticos...
Inventamos el día del boludo.
Cae -puntualmente- todos los días del año.

Ferrari volvió

Noticia en La Nación.. Lo vio primero Omar.
Se ve que su muestra no era del todo compatible con la Navidad.

¿Blog de escritor o blog de blogger?

Me remito a mis reflexiones posteadas esta madrugada (en el post que está abajo de este, titulado "no corran que es peor"). ¿Qué pasa con los blogs de escritores? Eso nos lleva a otra pregunta más interesante todavía, la del lugar social imaginario del escritor: el lugar que supuestamente ocupamos o, mejor dicho, ocupan los escritores en el imaginario social, aunque no en la realidad.
Ese lugar social imaginario del escritor fue construido en el Romanticismo. El mercado editorial se lo apropió, pero sin cambiarle demasiado el sentido, que es este: el poeta es el vate, un ser superior al común de los mortales, tocado por la inspiración divina, etc., etc. (insertar aquí cuanta idiotez sublime se les ocurra). En suma, se lo supone alguien dotado de algo que la mayoría no tiene, y peor aún: se lo imagina situado en un lugar deseable al que la mayoría no puede acceder.
En una sociedad que se piensa a sí misma como democrática (aunque esté lejos de serlo), este "privilegio" del "talento" (¡fuertes, esas comillas!) se ve desde el llano como una cabeza real que cortar. Se les atribuyen entonces a los escritores delirios de grandeza, paranoias y toda clase de megalomanías. Todo eso mientras realmente tratan de serrucharles el glorioso cogote.
Cuando en realidad lo único que uno hace es escribir.
Y a esto quería llegar: a pensar el weblog, o la bitácora, como una posibilidad de salida de ese malentendido.
Mientras me quede en los géneros literarios tradicionales (cultivados en el Romanticismo) no podré evitar la gran Trajedia del Hartista, divino y odiado. ¿Pero qué pasa si simplemente escribo, por fuera de los géneros literarios tradicionales? ¿Qué pasa si sólo escribo "bien" (no "genialmente")? ¿Qué pasa si además lo hago en este lugar donde cualquiera que sepa escribir puede hacerlo? ¿Y si en mis temas me limito a un rango de experiencia que sea más o menos accesible para cualquiera que tenga un título del colegio secundario y un empleo decente...? Es decir: nada de citas eruditas, sí algo breve (BREVE, la mayoría de la gente no tiene tiempo) sobre -por ejemplo- lo rápido que se termina el sachet del shampú.
Sería insensato no aprovechar el blog como línea de fuga, como vía de escape, como la posibilidad de dar a leer una escritura directamente al lector, sin intermediarios (esto es obvio) y además darle a leer una escritura, buena, de la cual el lector pueda pensar: "oh, esto lo podría haber escrito yo".

En suma, una escritura que parezca no tener pretensiones.
O que no las tenga.
Y el blog como su género. Un nuevo género.
Determinando un nuevo lugar.


Me van a putear igual.
Pero por lo menos sin faltas de ortografía.

no corran que es peor

Por unos cuantos emails y comentarios que recibí de los lectores de mi blog anterior, me quedé con la sensación de haber dado una muy mala impresión al abandonarlo de repente.
Siempre hago lo mismo: tengo la costumbre de salir corriendo cuando todo se pudre y volver cuando ya se fueron los locos que bardeaban. Crecí así, alerta, haciéndome responsable de no ligar ningún bollo: ya es una especie de reflejo. Como si ningún agresor fuera un ser humano responsable de sus actos, sino una fuerza descontrolada y asesina surgida de la naturaleza.
Por otra parte es una cagada, esto de sacrificarlo todo siempre a la sacrosanta autopreservación. Pogrom y emigro: esa lógica. Me he sentido en estos días como la gata que lleva a sus gatitos uno por uno a un escondite más seguro.
Me tienta habilitar los comentarios, pero no lo haré por ahora.
Investigué el tema y me resisto a moderarlos: es lento, poco práctico y caro.
Estoy esperando a que la ciencia invente algo mejor.
Y que sea gratis...

Monday, December 27, 2004

Bricolage

No, no soy daltónica...

...sólo estoy probando colores, probando probando.
(No recuerdo ya si le comenté a alguien que había puesto verde en algún lado) (nota: hay verde de nuevo, pero no tan loro como el de antes).

El web design casero es un viaje de ida.

El rosa pega con el fondo gris, pero con el marrón queda un poco vomitivo. (Nota: sobre negro quedaba peor).
Tampoco me convencía, en el texto de descripción del blog, ver sobre fondo negro esas letras rojas, del mismo color que los links (nota de doce horas de sueño más tarde, para no tener que escribir un nuevo post: al texto de la descripción lo cambié a marrón...) (minutos después, digo: no, a celeste, que como no pegaba con el rojo, entonces pasé los links a rosa, que es "isovalente" con el anaranjado, porque además el rojo sobre el gris era un atentado a la retina...). (Nueva nota: no así ese fino verdecito, que atenta más bien contra el hígado pero por lo menos pega con los nuevos colores que le puse a los links... ese rosa con naranja era enfermizo.)

Las pieles que me ofrecía blogskin no me parecieron mejores que esto.
Son mejores, claro, pero las más elaboradas tenían animés...
Y tampoco es la idea.

En fin...
(Nota de las 5 PM: amigos, escríbanme. Escucho opiniones).
Nota de las 6 PM: retiro lo dicho más arriba. Me gusta cómo quedó mi blog. Rosa y negro sobre gris tienen ese no sé qué, ese qué sé yo... dosificados en su justa medida, claro. Gracias a Douglas Bowman por los colores codificados del viejo template de Blogger... gracias a Niemandsspiegel por las opiniones. Ahora, lo más importante: ¡más links!
Nota de la 1 AM del día siguiente: puse unos cuantos. Me encanta cómo se vuelven rojitos cuando se les pasa por encima el mouse.
2 AM: volamos el rosa.
Ahora sí, basta.

Friday, December 24, 2004

El año que viene...

...hago (termino, bah) el "apgréiding" de este blog (enlaces nuevos, piel nueva, etc.).
Paciencia, falta apenas una semana.

La pasión según Ferrari

"Pasión significa progreso"

Podría ser el lema de León, pero es el de la Ferrari.
Sí, la de los autos (no precisamente autos de fe).

Wednesday, December 22, 2004

Soledad

Le hablo a mi dinosaurio de plástico.

¿Delirio místico?

Si todos los creyentes fueran al manicomio, no cabrían.

Wednesday, December 15, 2004

Los monstruos

Cuando yo nací, en el pueblo estaba de moda tener un bebé monstruo.
Si no te nacía, podías adoptar uno.
Los bosques que rodeaban al pueblo estaban habitados por extrañas especies de seres que guardaban alguna vaga semejanza con los hombres. Se escondían muy bien: por más profundamente que se uno internara en el bosque, difícilmente los vería, salvo que ellos mismos quisieran mostrarse. Y se mostraban sólo a los niños muy tímidos. Los niños tímidos volvían del bosque contando a lo mejor que habían visto a un niño con un solo pie, que no caminaba pero volaba, impulsándose con su piecito sin dedos como un ala pelada; por supuesto, nadie les creía. Nadie salvo el cazador del pueblo, que usaba a los niños tímidos para cazar a los habitantes del bosque, que no podían sobrevivir sin afecto materno: por eso el cazador solamente los mandaba cazar por encargo, previo contrato de adopción. Procuraba, además, que todos los seres capturados fueran de especies muy diferentes. Uno por especie: modelos exclusivos. Eso mantenía la ilusión de que cada uno de ellos -pese a ser un ejemplar normal de su especie- era un individuo totalmente anómalo y singular: un monstruo.
Tener un hijo monstruo le garantizaba a la madre el unánime reconocimiento moral. Una madre que criaba con amor a un bebé monstruo, sin duda era una santa. Todos en el pueblo la compadecían, lo cual neutralizaba los males de la envidia en caso de que la madre tuviera además algo envidiable: un marido fiel, belleza, inteligencia, educación, o fortuna. Poseer en el pueblo siquiera una sola de esas cosas era peligroso: hacía que una mujer fuera inexorablemente destruida por la envidia de las demás. Pero que esa misma mujer se convirtiera en madre de un bebé monstruo -con la vergüenza, el sufrimiento y las fatigas que aquello implicaba- instilaba en el ánimo popular un sentimiento satisfecho de justicia cumplida. Quienes añadían año tras año ascuas ardientes al deseo de castigar a cierta mujer feliz por su inmerecida felicidad, en cuanto la veían alimentar y cantarle dulces canciones de cuna a su monstruito se avergonzaban inmediatamente de haberle deseado el mal. En cambio, la compadecían. De ahí en más, las comadres del pueblo se conformaban con limitar la agresión al solo hecho de exhibir sus niños sanos ante la madre del engendro. Con el paso del tiempo, las comadres gozaban además del placer de mostrarle a la madre del bebé monstruo la variedad de cosas que lograban sus hijos; cosas que para los bebés monstruos, por más que crecieran, eran imposibles. Estos, a medida que crecían, se veían más y más monstruosos en comparación con los demás niños. Cuando esa joven generación llegó a la adolescencia, llenando cada hogar del pueblo de risas y picardía, los monstruos seguían siendo bebés -bebés inmensos, monstruosos, de grandes cabezas peladas, ojos lacrimosos y piel pálida- que languidecían en sus cunas gigantes en el interior de casas silenciosas y tristes, de pesadas cortinas siempre bajas. Aquellos seres deformes sufrían, y se les notaba: ¡cuánto dolor para esa pobre madre! ¡Qué justo castigo por la dicha de estas mujeres! ¡O por su inteligencia, o por su fortuna, su buena educación o su belleza!
Pero un día todos los monstruos desaparecieron. Se habló de eugenesia, de eutanasia, de escuadrones de la muerte. Se habló de una conspiración filicida de padres avergonzados, tramada en charlas densas de cerveza en la taberna del pueblo; charlas de las que todos juraban haber oído un fragmento al pasar. Se habló de armas encontradas, de herramientas faltantes. Se habló de perros asesinos. Contra toda expectativa del ánimo popular que quería -una vez más- verlas sumidas en la desdicha hasta morir de pena, las madres de los bebés monstruos reemplazaron pronto su desconsuelo por un inequívoco alivio. Pero los niños tímidos (que ya son hombres) y su jefe el cazador (que ya es un anciano) cuentan en la taberna que los vieron desaparecer en la espesura del bosque en una noche sin luna.
Libres al fin, al fin reunidos con sus iguales.

Tuesday, December 14, 2004

Talido(r)mida

Anoche tuve una pesadilla con Fabián Casas. Soñé que él se había convertido en el bebé de la talidomida. Tenía un solo pie; no caminaba, pero volaba. Para volar, primero saltaba dándose impulso con su piecito. Era un solo piecito como el pie de un velador. Ancho, porque tenía que sostener todo el peso del cuerpo. Sin dedos: terminaba como un ala pelada. Estaba deprimido porque su aspecto era el de un monstruo y se quedaba todo el día en la cama en una pieza de pensión, donde vivía. Yo lo cuidaba. Le daba de comer. En un momento dejaba de ser pesadillesco y era un sueño agradable, como de amor fraterno.
Ya es la segunda pesadilla que sueño con Fabián Casas. Cuando me desperté, pensé que la iba a poder escribir... Podría ser un relato fantástico.
En el buen sentido.

Mil matones muertos

Los matones temen la vida privada. Crean simulacros, semblantes de intimidad; pero son siempre públicos. Los matones necesitan demostrar al mundo qué felices son del otro lado de la puerta. Cuando todo el resto del mundo sabe que la privacidad es precisamente eso que no se publica, que no se demuestra. Cerrar una puerta no es volverla transparente. Pero los matones carecen de la delicadeza necesaria para vivir en un jardín. Lo suyo es la selva, el grito, el estrépito. Los matones se burlan de quienes parecen sensibles y frágiles porque ellos se han endurecido tanto que solamente sienten emociones fuertes: envidia, odio. Los matones llaman pasión al fanatismo. Exhiben sus banderas y creen que eso es amor. Cuando todo el resto del mundo sabe que nada necesita estar más al reparo de las miradas de extraños que el amor verdadero, nada desea ser más secreto que la verdadera pasión. Los matones viven todo el tiempo arriba de un ring. Cuando el match termina, están solos. Están tan solos que violarían a alguien pero eso sí: en patota y ante una cámara de video. Los matones mueren para que los vean. Cuando no encuentran más víctimas, se tiran de un edificio. Eso sí, a la hora pico y en pleno centro. El velorio de un matón es a cajón abierto. Sus amigos, que también son matones, van armados. Nunca falta quien vigile una por una las caras buscando un atisbo de verdadera pena. Y no la encuentra.