Wednesday, August 31, 2005

poemas con árboles

Lo más extraño de todo es llevar a cabo ciertas tareas diarias de defensa propia que todavía siguen siendo necesarias (cada vez menos) sin más emoción que un cierto cansancio, quizás una vaga piedad; ni siquiera fastidio. Como quien agarra del cogote a ese borracho molesto y lo deposita en la vereda pero porque es el trabajo de limpieza que toca hacer, y es preciso hacerlo responsablemente y con el menor daño posible. No se trata de ignorarlo altivamente y juntar resentimiento a falta de emociones de mejor calidad, no. Lo único que puedo sentir por un tipo así es pena. No odio, sólo pena. Una forma de la responsabilidad en el cuidado de uno mismo es no quedarse en lugares donde hay tipos así. Otra hubiera sido no ir ahí.

Lo mejor de todo es que esta desconexión de cierto tipo de emociones instintivas básicas ligadas a la defensa del territorio, cuando se las reemplaza por la construcción concreta del propio lugar, día a día, dejan paso a emociones más evolucionadas. Como volver a sentir cariño por un amigo que no veo desde hace años, y ternura por su hija, y la esperanza de reconstituir en algún nivel la amistad. Y que lo que todos estos años fue desconsuelo y una pena infinita, se transforme en algo de esa felicidad o de esa especie de familia que parecía perdida para siempre.

Es el síndrome del proceso de escritura del tercer libro: uno se mete tan adentro en el propio trabajo que empieza a dar con las napas más profundas. Las agresiones superficiales tipo ladrido y gruñido te resbalan: soltás tu herramienta apenas el tiempo mínimo necesario para espantar al perro, y seguís trabajando. Uno se vuelve invulnerable. O cree que se vuelve invulnerable. Empiezan a derrotarte otras cosas:

la duda de si vas a poder o no con el libro. La sorpresa de encontrarte con una chica adolescente que tenía diez años la última vez que la viste; y la primera vez que la viste era un bebé en su cuna, y dormía. Y su papá hablaba en susurros. Y vos y su papá estaban escribiendo cada uno su libro número uno, o dos. Con poemas acerca de árboles invernales y hojas caídas; poemas sobre los colores del cielo y cosas así.

Tuesday, August 30, 2005

peace mom

un epigrama

Cindy Sheehan, Cindy Sheehan,
eres madre de todo lo que no morirá gracias a ti

Monday, August 29, 2005

is this it?

Desde que logré estar de buen humor siempre (una especie de homeostasis interna) y gané con ello cierta capacidad de observar y de tomar distancia, noto que el mundo "real" (el de las interacciones sociales, que incluye al virtual) se parece cada vez más a una pesadilla; y cada vez hallo más forma, sentido y coherencia en mi trabajo, en mi gato y en la ficción que estoy escribiendo en mi casa. Cada vez que sucumbo a la tentación de cerrar el archivo de Windows que es el pequeño mundo en el que viven mis personajes y me conecto, lo que encuentro empieza pareciéndome grotesco, después gracioso, y finalmente monstruoso. Y mucho de lo poco que pongo ahí (lo pongo con alegría, como celebrando algo, no sé bien qué) me es devuelto bajo una forma irreconociblemente monstruosa. Para no hablar de lo que sucede cuando tocan el timbre, o cuando suena el teléfono. A Déivid últimamente lo visita la gente más extraña, expresándose por escrito en jergas leguleyas, como medievales. Todos tienen algo contra alguien, todos son víctimas de todos, y me acuerdo de lo fácil que me resultaba conseguir amigos (a partir de un enemigo común, por supuesto) cuando yo también pensaba así. Hoy al lado tierno del mundo social, hasta donde puedo conocerlo desde mis limitaciones, lo veo casi igual a aquella película con Robin Williams "24 Hour Photo"... Lo que conozco del amor humano en estos tiempos se limita a tener que responder con cortesía a preguntas como: "¿Pensará la jueza que soy un loco obsesivo si le muestro esto?" "Esto" es un collage de fotos de graffiti de corazones dedicados a un niño. ¿No es gracioso? Nos reímos, aunque el juicio en cuestión sea espantoso, y no entendemos bien qué pasa. Qué es esta nueva calma ante el horror: esta capacidad de no formar parte, o formar parte y no sentirlo. No sé qué cambió, ni cuándo. Me gusta soñar. Anoche soñé que adoptaba un pingüino... azul. Más bien azulado, de un color como metálico. Se lo llevaba a mi madre y a ella le caía muy bien mi pingüino. ¿Por qué la vida no puede ser así? Por lo menos, que sea tan linda como las películas de terror, esas donde se gasta muchísimo maquillaje blanco en crear esos fantasmas inimputables, esas almas en pena que no pueden sino asustar y sufrir, y son bellas a su modo, porque uno sabe que no existen. Me gustan cada vez más las películas de terror: me parecen puras, livianas como sueños.

Friday, August 26, 2005

oído

Hoy me sorprendí diciendo esto: "Si no hay voluntad institucional de inscripción del nombre del curador de la muestra, ese vacío debe ser llenado con una intervención".

O algo así.

Tuesday, August 23, 2005

the grudge

Cómo me gustan las películas de terror japonesas con fantasmas pálidas de tupido pelo negro que les crece y les sigue creciendo y ellas van y vienen de la bañera al video y de la cama al techo siempre sangrando y gruñendo y persiguiendo a la chica curiosa que siempre se mete donde no debe hasta que al final la miran con ese ojito diminuto inmenso gigantesco apareciendo entre el pelo que les tapa casi toda la cara como a Yoko Ono viuda de John Lennon y al principio dan un poco de risa pero después dan mucho miedo, muchísimo.

Monday, August 22, 2005

espejos

Los feos nos peinamos de memoria


No sé a quién se le ocurrió que el espejo era un lugar pecaminoso, la vanidad misma ahora que está de moda hablar de los pecados capitales como si evitar cometerlos nos salvara de algo, o salvara (no hay un próximo Hitler, sí un efecto invernadero) al mundo de algo.

Como humilde aporte de un ama de casa (después de los 35 todas somos amas de casa, lamentable pero real, aviso por si alguna quiere matarse a tiempo, prometo comprender) a la gesta domesticadora de Savater y otros, postulo la siguiente

"apología del espejo".

Necesitamos espejos. No espejismos, espejos. No espejitos de colores, espejos. No especulaciones, espejos. Alguien que te lee y te escribe: un espejo. Una amiga que te visita: un espejo. Visitarla: ser, para ella, un espejo. Sin un lugar preciso que nos refleje, entonces nos irisamos en todo, como un proyector sin pantalla que emite imágenes que se astillan sobre los cuerpos que bailan, en la noche, en la oscuridad.

Espejos retrovisores para ver el pasado.

Espejos, no panópticos.

Espejos amables que no reflejen una mirada terrible.

Tallar un cristal cada día.

Sunday, August 21, 2005

pesadilla con Maradona

Los estudios Inconsciente Berreta Inc. presentan:

mi pesadilla de anoche con D. A. M. , alias "Dios!". Soñé que alguien le quebraba una pierna, él envejecía precozmente y se convertía en una especie de viejito simpático y rengo, de gorrita, que trabajaba para el mismo tipo que le había quebrado la gamba quien, arrepentido, le había dado trabajo. Pero era un laburo de mierda, donde Maradona era algo así como un pinche, casi una mascota.

Y sonreía y sonreía, con una sonrisa tonta, bajo la visera de su gorra que le tapaba la pelada ya que también se le había caído el pelo, y verlo sonreír así era peor.

Hace mal mirar televisión.

Saturday, August 20, 2005

livin' la vida anfibia

Me interesa seguir pensando esta relación entre lo "independiente/alternativo" y lo "comercial/oficial": categorías que en los años sesenta y setenta eran antagónicas, y ahora, ¿qué son?

Siguen siendo distintas, pero ciertos individuos navegan en las dos aguas a la vez.

Si miro los subrayados al diario Clarín de hoy hechos por Massei y por Piro, ahí están las voces escritas de dos mujeres: Beatriz Sarlo y Marcela Pacheco.

Fuera del género, nacionalidad y el hecho de estar en algún medio, poco tienen que ver entre sí. Sarlo ejerce una enorme autoridad académica desde una revista de crítica cultural y pensamiento... ¿alternativo? Y esto no parece contradecirse, al contrario, se complementa, con sus "intervenciones" (ya muy regulares, a esta altura, para llamarlas así) en el Clarín. Sarlo a esta altura es inconmensurable, como Borges, o como su propia visión ("A Writer on the Edge") de Borges: es menos una autora que un territorio, una vastedad. Desde donde baja una lista de benditos y por suerte tiene la modestia de decir que la lista es incompleta, que podría estar equivocándose.

Marcela Pacheco es mucho más descriptible. Me encanta su desparpajo en el noticiero "oficial" pero siempre me daba un poco de vértigo, una sensación de que o bien estaba al borde del despido, o bien su... ¿qué? ¿su rebeldía, su diferencia? se había fortalecido ante algún fallido intento de despido. La nota confirma esta segunda hipótesis y agrega un dato: es cantante "underground". La nota es un poco triste: ella habla de su soledad, su falta de "colchón" (el vértigo, el vértigo), habla de su lugar de "loca" en el noticiero. No se queja, no es amarga.
Es fuerte.

Son dos mujeres fuertes. Una ya mayor y bien establecida en un centro de poder, la otra joven y balanceándose en la cuerda floja. Ambas juegan, cada cual a su modo, con los límites del medio masivo: qué tan inteligente y casi universitario, o qué tan zafado y satírico se banca ser. Cada cual con diferente intensidad deben sentir, las dos, que en cualquier momento la soga se rompe. Pisan en dos lugares a la vez: son anfibias, establecen continuidades. Tienen, en realidad, dónde caer si la soga se rompe. Pero los de cada una son lugares únicos, singulares, y que por eso mismo tienen algo de monstruoso. No podría haber dos Marcelas Pachecos en el mismo canal. O dos Beatrices Sarlos no digo ya en el Clarín, sino en la Argentina. La violenta apostasía que hizo Daniel Link contra la figura del "intelectual" en el Radarlibros de la semana pasada, me parece que fue un dardo apuntado más o menos ahí, a mi ilustre tocaya. A Link no le daría el cuero para ser Sarlo, como a mí no me da el cuero para ser la valiente Marcela (NOTA: compararme con la Sarlo ni se me ocurre, aclaro para los paladines de la humildad que suelen pasar por acá). En la tierra del gaucho hay que saber galopar y enlazar, a la vez, y todo eso a la intemperie. Hay que ser una rana, tener las astucias del anfibio, su gomosa flexibilidad.

Me canso de sólo pensarlo.

UPDATE 2012: 
Pacheco no tenía dónde caer. 
Sarlo habla sola, como digo después en otro post.

mi compu

Una tarde sin Internet y me puse al día con el más antiguo de los artículos por encargo adeudados. Noche de cine (levantaron la nueva de Woody Allen y tuve que contentarme con "La Secretaria de Hitler") y penúltimas noticias sobre el desalojo de la franja de Gaza (esa tira de gasa arrancada llevándose tejido vivo) leídas en la edición papel en un bar lleno de humo. Eso más la tardanza del 103 y el resultado fue un breve memento mori digno de constar en acta, un ataque de tos sin celular ni Altoids ni Symbicort a mano (una suerte, haber estado sola: la indiferencia molesta un poco menos que la compasión) y vuelta a mi hogar dulce hogar controlado sin polvillo (la limpieza acá es un asunto serio) ni humedad, la burbuja del Pibe de la Burbuja.
Tendría que tener auto. Tendría que emigrar al desierto.
Ahora Internet funciona. Navegación y más de lo mismo. Por si no se entendió mi comentario en Wimbledon explico de qué vivo: traducciones. Es, a su modo, literatura.
En otras épocas vendí muchos libros... ajenos, claro.
Algunos míos, también.

Thursday, August 18, 2005

mi casa

Demasiada gente de mi generación vive como si fuéramos niños liberados de la presencia de los adultos (dejar todo tirado, sucio, total mamá no está, total se puede) sin reparar en que ahora uno es el adulto.
No pensaba ocuparme de un tema tan simple, pero Genovese me dio la idea.
No tengo ganas de limpiar casas ajenas (principal razón por la que no me voy del país) pero sí la mía. Lo primero sería humildad; lo segundo, orgullo, y del bueno. Una cosa por día: el baño ya está, lista la cocina, y el próximo TOE será el balcón. Me estoy, como quien dice, mentalizando, juntando fuerzas de a poco. Parece una boludez y seguramente lo sea, hablar de esto; pero fueron veinte, veinticinco días de ir de la cama a la computadora, traducir, postear, ocuparme del correo, casi sin levantar la vista de la pantalla, y ahora me sobra tiempo para mirar mi entorno inmediato y reparar en los cuidados que le debo. El balcón, sí: el piso del balcón es mi objetivo principal. En la otra casa, el sol daba sobre la mugre de la terraza (compartida entre vecinos poseídos de la creencia unánime en lo banal y estúpido que es limpiar baldosas, así sean de uno y conste en escritura propietaria) de tal manera que a fines de invierno la mezcla exudaba un olor misterioso, como a casa de campo abandonada, a atemporal tapera habitada únicamente por sombras heridas, por fantasmas.
No quiero ese olor en MI casa. Es más todavía que una cuestión moral: es metafísica. La calidad misma del tiempo que pasa depende de la limpieza del lugar. No es lo mismo un hotel barato con olor a cloro, o un cyber apestoso a Poett (¡Poett!) que una casa...
Está bien. No es interesante. Basta.
También estoy leyendo a Dave Eggers.

Wednesday, August 17, 2005

el celu

a mi amigo Edgardo Z., que nunca me encuentra


En Atopia, a diferencia de otros lugares donde la pertenencia a la especie Homo Sapiens Sapiens se determina a partir de tres condiciones, ser humano requiere cuatro: pulgar opuesto, posición erguida, lenguaje abstracto y teléfono celular.

Dar el número de celular, así sea para que no te llamen nunca (si no te llaman nunca, mejor) es un gesto de cortesía, una forma de calmar la persecuta ínclita de todo atopiano de bien. Persecuta cuya intensidad, en algunos casos, es inversamente proporcional a la disposición a realizar esfuerzos. Se agrava en el caso de artistas plásticas o de poetas, sobre todo si son de la generación que pasó la niñez sin televisor ni teléfono. "Te anduve rastreando", en Atopia, significa: "Te llamé dos veces y no te encontré". "¡Pero vos no estás nunca!" (dicho delante de mucha gente) significa: "Te llamé dos veces y no te encontré". A la pregunta: "¿Pero me dejaste mensaje?" responden, casi invariablemente, que les dan miedo "esas cosas". Pues bien, te llamaron dos veces y se resignaron, melancólicamente, a tu inexistencia telefónica, a la imposibilidad absoluta de hallarte ("Nos llaman, en promedio, DOS personas por día", me dijo anteayer Déivid. "¿Te compraste un celular PARA ESO?"), aceptaron ya la posibilidad (aunque no tengas auto) de que seas uno de esos seres egoístas que atropellan a alguien con el auto y siguen de largo.

Una vez más se reprocharán a sí mismos: "Pero qué mal que elijo a mis amigos". Tema de análisis: "¿Usted busca el rechazo, o la indiferencia? Piénselo." Y de pronto, el providencial milagro: "¡Pero MENOS MAL que te encuentro! Porque te anduve rastreando (i. e., te llamé dos veces), ¡pero vos no estás nunca! (i. e., "Te estoy dando pie para que confieses que estabas pero no me atendías porque justo estabas conectada, debés ser adicta a Internet, vos"; i. e., "NO ME ATENDISTE ninguna de las dos veces que te llamé, y no volví a insistir porque pensé que era inútil, que vos no querías oírme ni verme, que tienen razón los que dicen que sos re jodida; a partir de esto que me hiciste, o mejor dicho, que NO hiciste por mí, yo también te tengo en ese concepto"). Atopianos, ¡al cobalto! Todo cambia si les das el número de tu celular. "Llamame al celu. Anotá mi número" significa: "He aquí una persona responsable, dispuesta a escucharte 24 x 7, alguien que no se va a borrar, que no va a desaparecer, que pase lo que pase va a estar ahí".

No importa si después el celu no tiene batería, si les da con la casilla de mensajes ("te anduve rastreando" = "te llamé dos veces, una al fijo y otra al celular"). No importa porque lo más probable es que jamás te llamen. Pero no lo olvides, es la gente que puede darte trabajo. (Escribo sobre arte y poesía, y mis clientes son poetas y artistas. "Gente con capacidades especiales", según Déivid.) Dando tu número de celular te labrarás un nicho como profesional comprensiva, HUMANA. Ya saben: pulgar opuesto, etc.

Tuesday, August 16, 2005

going, going, gone

¡Chau, Kaputt!

Sunday, August 14, 2005

total todo

Tú que pasas, antes de seguir has de saber que quien aquí yace vivió en Atopia, donde todos son distintos para poder ser todos totalmente iguales. En Atopia, cada habitante era totalmente distinto de todos los otros, precisamente para que, al no haber grupos de semejantes, no hubiera categorías, ni jerarquías, ni diferencias. La población de Atopia era una masa abigarrada de singularísimos monstruos, que habían inventado cada cual su propio idioma y parloteaban sin cesar, pero no se entendían entre sí. El coeficiente de diferencia de cada individuo respecto de la masa debía ser siempre idéntico en todos los casos. Cada uno podía hacer lo que quisiera, siempre y cuando cumpliera estas tres condiciones: que no se considerara superior al resto, que no esperara llamar la atención con sus actos, y que no pretendiera pertenecer ni ser incluido en nada, ni club ni institución ni empresa ni nada. En Atopia se habían abolido los oficios, para que ningún habitante, a fuerza no sólo de tesón y empeño, sino de lento y largo aprendizaje en el taller de algún maestro heredero de algo de eso que los hombres, a la hora de la siesta, en un susurro y escupiendo para un costado, llamaban "tradición", desarrollara alguna habilidad de ésas que las mujeres, temprano de mañana en la cocina, en voz baja y ruborizándose, llamaban "arte".



Una sola obra de arte conocían los atopianos, a saber: hecho en serie en una fábrica de otro reino tecnológicamente superior y puesto en todas las plazas, había un gran cartel de metal esmaltado, cosido como de mataduras por grietas en el esmalte que se llenaban de óxido rojo como heridas superficiales de donde brota sangre, representando al héroe anónimo de Atopia: el buen hombre salvaje, el Gaucho. Solo en la pampa a la sombra de su ombú, con su mate y su guitarra, el Gaucho canta para que lo oiga la inmensidad. No pide nada ni cree en los gobernantes. Nunca tuvo empleo y por eso su alma es magnífica. El gaucho solitario es el mayor tesoro de la democracia. Eso al menos les contaban a los niños los maestros de las escuelas públicas de Atopia, pero eso fue antes de que los otros países, que tenían toda la tecnología, invadieran Atopia con granadas de mano y miras infrarrojas y tropas bien alimentadas y crueles que llevaban en sus mochilas las obras completas de Shakespeare. Eso dicen, al menos, los que quedaron.
Tú que pasas, olvida esto que leíste; por si no fuese cierto, no lo cuentes.

Saturday, August 13, 2005

Tú, que pasas...

...por aquí, sabe que quien aquí yace prefiere no ya tener una voz, una voz argentina, un clarín para la discusión y la pelea, sino una escritura. Quien aquí yace teje textos, y por fin duerme de noche; ya que quien aquí yace vive ahora en un lugar tranquilo. Y con suerte, habiendo comprendido que a una vida amada la borran errores y accidentes, habiendo entendido que aunque el mal aceche y se declare poderoso suele ser tan impotente como el bien, vivirá mucho. En medio de los ruidos del día escribe, quien aquí yace escribiendo esto.
Tú que pasas y sigues, olvida esto que has leído.

Friday, August 12, 2005

¡Se supo!

¡Último momento!
¡Paren las rotativas!
¡Xenia Norton sería un heterónimo de Damián Tabarovsky!

Chararan chan chan chan, chananan cnan chan chan...

Thursday, August 11, 2005

Pajarito Pictures

Por Silvana Sayago

A Beatriz Vignoli


La memoria
se sale de cuadro
y corre a campo traviesa.

Al leerte todo es césped,
verano
y olor a cosas posibles.

¿Cómo fue dibujando el viento
tanta palabra?

En terrazas sin tiempo
filmamos las vidas del mundo
que eran las nuestras.

Cada atardecer
sigue encerrando una forma
que aún jugamos a descubrir.


Silvana me llamó hoy para decirme que me había escrito algo en Kaputt. Valió la pena haber intentado esta tremenda experiencia de los blogs, sólo por esto. Silvana es mi mejor amiga desde que nos conocimos en la escuela primaria, hace ya mucho tiempo.
Con ella descubrimos el surrealismo, y los Beatles, y la poesía. Y tantas otras cosas.
Está leyendo dos libros míos que le regalé. Creo que tengo que responder a esa pregunta: "¿Cómo fue dibujando el viento / tanta palabra?". Entiendo que es una pregunta por mis palabras y por las de ella. Las fue dibujando el viento, sí. ¿Cómo? Como huellas de lo posible, de lo que tenía que ser y no era; como huellas de una abuela-madre ausente, que me fue arrebatada por una mano criminal; las palabras se fueron dibujando como huellas de todo ese amor faltante, como si estuviera, como si anduviera, las pensé mientras iba revolviendo mi café con una cucharita de mi abuela que fue lo único que me quedaba de ella, preguntándome cómo sobreviviría sin esa cucharita, que justo hoy desapareció. En medio de la pérdida el viento dibujaba, dibujaba en la nada. Pero yo sola no hubiera podido anudar esa escritura. Sí trazarla, pero no anudarla. No es cualquier escritura, la mía al menos; es un intento de resucitar vida que fue asesinada. Y ahora, al fin, hay algo. Porque si las palabras no se volaron arrastradas por ese mismo viento fue gracias a Silvana.
A la verdad vivida en los trazos de su poema, por los que hoy vivo.

Wednesday, August 10, 2005

un lector

Histeria, de eso se trata. Mi barrio blog es un gran "como si". Salvo por la Gran Excepción a.k.a. El Responsable, mi barrio blog es la obra menor de un puñado de buenos escritores sin obra mayor a la vista. Posteás un cuento y: No Comments, posteás una queja y salen todos los bloggers del barrio vecino a matarte. "Podría ser peor", me dice Déivid. "Por lo menos no te atacan el cuento".

Sé que de este mundo ni al gato le importa esto, pero igual lo voy a decir, por si hay un dios o algo que se le parezca, escuchando: lo primero que hago cada día es escribir un poco de mi tercera novela, sólo porque necesito hacerlo para respetarme a mí misma, y si pierdo el respeto que me tengo, no me va a quedar absolutamente ningún respeto. Al combustible no renovable hay que cuidarlo mucho. Mimar los autos viejos es preciso. Cuido cada lector que me lee un poema, que me pregunta por un libro. Yo creí que para ser escritora tenía que escribir, eso fue lo que hice, fue lo único que hice. Lo que tengo ahora son un montón de libros escritos. ¿Literario? Literal, psicóticamente literal lo mío. Desahuciada para la fama y el éxito, que debí conquistar de joven haciendo otras cosas además de escribir, me harté de hacer el ridículo ya. Basta de fingir que nos interpela ese gran Otro que no está, porque no está, chicos, no está. Nadie, ningún cronista del New York Times nos pregunta qué comimos hoy a la mañana. Pero el blogoescritor madruga y sube a la blogosfera esto: "Hoy desayuné un huevo frito". Magnífico. Y claro, los pibes se nos burlan.

Let's face it.

Consagré mi vida a esto -estoy completamente convencida de no ser mediocre, de que la calidad no es el problema-, y el gran Otro no está, no acudió al llamado, no vino. Lo que sí acudió es un otro, un semejante. Tengo un lector de mis poemas en España, que además me los traduce al catalán y me los manda por email y suenan una maravilla. Y desde Córdoba (Argentina) alguien me cuenta que leyó DAF. ¡Un lector! ¡Un lector que es como si me leyera la humanidad toda, yo que soy humanista y descreo de las estadísticas! La diferencia entre nadie y uno es infinita. La diferencia entre uno y 10.000 no es asunto mío. Ni la posteridad ni los posters son asunto mío. Pero existe un lector. Eso es lo que "hace una diferencia", como dicen los malos traductores del inglés. La única verdad es la realidad, dice el adagio, y la realidad es que llevo veintiocho (28) años exclusivamente escribiendo, y ya tengo diez (10) libros escritos, cinco (5) publicados, y dos (2) lectores. En poesía y en prosa, respectivamente. Aparte de los amigos y de algún que otro crítico, eso es todo y por supuesto no puedo comportarme "como si". Se molestaron en escribirme emails, se los respondo por email. Mi gratitud es inmensa.

Tuesday, August 09, 2005

Yo también me lo pregunto

CICLO DE MESAS REDONDAS EN EL CCRRR
Corrientes 2038
BLOGS/¿POR QUÉ PARA QUÉ?
20 Y 21 DE SEPTIEMBRE DE 2005

20 DE SEPTIEMBRE/18.30 hs.
EL PARADIGMA DE LO INDIVIDUAL
Edgardo Balduccio/Santos y Demonios
Christian Rodríguez/Puto y aparte
Omar Genovese/Tiempo de descuento
Juan Pablo Pinasco/Juan de Mairena

20 DE SEPTIEMBRE/20.30 hs.
ESCRITURA E HISTERIA
Daniel Massei/Póstumos
Irina Garbatzky/La chica irónica
Beatriz Vignoli/Existir apenas levemente
Paula Pampin/La culpa es mía

21 DE SEPTIEMBRE/19.30 hs.
NUEVAS TENDENCIAS
Mariano Amartino/Denken Über
Julián Gallo/Mirá!
Gustavo Romano/Pocketlog


(UPDATE 2012: ¿HISTERIA?
¿Y justo las 3 minas en una mesa?
Un poquito misógino, ahora que lo pienso, ¿no?)

Friday, August 05, 2005

Cansancio

Sería buenísimo para el mundo que los yanquis en Irak sintieran lo que hoy siento: la íntima convicción de que hay que emprender la retirada. Fin del heroísmo argonauta, que nunca fue heroico en realidad (heroica es la resistencia troyana), y comprender esto: estamos rompiendo demasiado las pelotas, punto. Y ni siquiera sé a quién, porque en un nivel inconsciente el sujeto nunca sabe a quién le habla. Ya fue suficiente el haber pasado una vida desdichada imaginando que a todo ese horror uno lo transmutaría en obras maestras. ¿Merecen esa gentileza mis verdugos? ¿Estoy, además, en condiciones de realizar una proeza semejante? La respuesta es: no y no.
Ya no van a encontrarse más acá con metáforas de aberturas del tipo ¿puerta o ventana? Esa desesperación por entrar. Se terminó.
No sé qué va a pasar.
Tampoco me importa.

Thursday, August 04, 2005

el futuro de las ruinas

(rastro de un sueño)

Me gustan las cosas antiguas, lo que está bajo la piel del presente: una erótica de lo arqueológico, de la antigüedad hallada, mejor todavía si no es monumental sino un fragmento de la vida de todos los días -un escudito esmaltado, una caja de hojalata que sirvió para guardar pastillas de menta-. Lo joven y actual en cambio me aterroriza; es una promesa de futura decadencia. Me gustan las cosas que han exhalado ya su mejor aliento y pasado su edad útil pero siguen vivas, bellas en su estabilidad de utensilio jubilado y ricas en tiempo sobrante y futuro y en memoria.
Siempre me gustaron las cosas antiguas, no es de ahora. Me gusta el vértigo que dan y su sabor a pérdida, y su condición de sobrevivientes. Y encontrarlas.


(NOTA: mi abuelita Elvira hoy hubiera cumplido 105 años)

Wednesday, August 03, 2005

La pornografía me aburre

No creo en el amor, no creo en el sexo, el instinto me parece un puro mito de la biología; no creo en la libido, por lo tanto tampoco en la sublimación. No me entusiasma el poder, ni las internas políticas; no me gusta la cumbia, no me inviten a bailar, si hay droga pesada no cuenten conmigo, que además odio el tabaco por sobre todas las cosas y dicho sea de paso tampoco creo en Dios, ni dejo de creer, aunque la palabra agnosticismo tampoco me gusta. Y no me excita mi época, ni por mía ni por presente ni por época. No tengo ganas de hacer absolutamente nada y creo que eso significa que he encontrado al fin mi propio deseo.

Tuesday, August 02, 2005

Un día tranquilo

¿Qué es lo que hacés cuando no tenés nada que hacer? me preguntaron hace poco para una nota breve en un diario. No valía decir "Nada" o "Descanso". Hubiera podido decir "actualizo mi curriculum vitae, es casi un acto reflejo" y destruir mi imagen de artista sensible y quedar como una súper profesional. De hecho es lo que hice hoy, que no tenía nada que hacer: no sólo lo actualicé, lo mandé a una editorial. Hoy me escribieron pidiéndome urgente un abstract (que debía desde hacía rato pero del que me había olvidado) y, como no tenía otra cosa que hacer, lo escribí y lo mandé, en dos versiones: larga (una página) y breve (12 líneas). Hoy aproveché y empecé a ponerme al día con la limpieza. Fregué con cuidado puertas y pisos de la cocina, total no tenía nada que hacer. Mientras pasaba el trapo pensaba ideas para mi nueva novela, que me senté a reescribir. Agregué varias páginas donde los personajes se definen, estructuran sus mundos: hay un mundo de amor y un mundo de deseo, diversos. Opuestos. Cambié completamente mi punto de vista respecto de la novela anterior. Me cebé unos mates. Le cebé mate a Déivid mientras él hacía un pescado con puré. Por teléfono pedí trabajo en un diario, le conseguí un alumno particular a mi primo, organicé una visita guiada, atormenté deudores, concerté una reunión de trabajo con un amigo que justo me llamó, y con quien me puse a charlar, total yo estaba tan al pedo. Tanto que me hice una sopa instantánea y me la tomé. Eso fue antes del pescado. Ah, le rompí mucho las pelotas al gato, pobre gato. Tirándole de la cola con una mano mientras con la otra copiaba y pegaba direcciones a donde mandar mi CV... uy, qué al pedo que estuve todo el día. Hasta barrí el comedor, a falta de mejor cosa que hacer. También tuve tiempo de charlar de cine con Déivid. Tim Burton era el tema. La nueva "Willy Wonka y la fábrica de chocolates", ¿es una película para niños? Bueno, dije, ninguna película de Tim Burton es para niños o para adultos: las películas de Tim Burton son para adultos niños. Demasiado infantiles para los adultos adultos, demasiado cínicas para los niños. Para mí, el mundo es exactamente como lo muestra Tim Burton en "Ed Wood" o en "Marte ataca".
Ahora Déivid se fue a ver "La caída". Ya vio "Willy Wonka" en su momento, con Gene Wilder, y no piensa ver la nueva. Yo sí. Cuando tenga tiempo. Es decir, cuando tenga algo que hacer, porque no tener nada que hacer me da un trabajo bárbaro.